18.1.08

Fazal Sheikh: La fotografía de la historia.



El fotógrafo norteamericano Fazal Sheikh ha dedicado los últimos trece años de su vida a documentar los resultados del fenómeno masivo de los campos de refugiados en diversos países tocados persistentemente por la violencia. En Kenya, Somalia, Pakistán y Afganistán; Sheikh ha testimoniado lo que en términos de Walter Benjamin conocemos como la tradición de los oprimidos. Es así que a partir de un par de fotografías tomadas por Sheikh, Eduardo Cadava de la Universidad de Princeton abundó sobre un proyecto en el que trabaja a partir de la pregunta: ¿Qué significa leer una imagen históricamente y en los preceptos de Walter Benjamin?
Las fotografías de Sheikh nos muestran a los “sin expresión, aquellos que por un lado han sido históricamente reducidos al silencio y por otro lado han sido históricamente privados de un rostro humano”. De manera ilustrativa estas fotografías tomadas en 1997 y que pertenecen a la colección Manos sencillas, nos presentan parte del recorrido histórico de Afganistán. En una de ellas vemos a un niño que fue muerto durante un bombardeo soviético en los años ochenta y en la otra a un hombre asesinado durante la toma de Kabul por los talibanes tan sólo unos años más tarde. Además, los retratos son sostenidos por la madre y el hermano respectivamente, y aluden a la tensión que acompaña a toda imagen: destrucción y persistencia, muerte y supervivencia, duelo y memoria; elementos que hacen de estas fotografías “pequeños mausoleos de la pérdida y la muerte”. Al mirar hacia atrás y hacia delante estas fotografías nos ofrecen trazos del pasado, a partir de los cuales podríamos leer el futuro de un país como Afganistán, ocupado por Estados Unidos desde hace casi seis años. Así, éstas fotografías nos piden que pensemos de otro modo sobre el contexto; pero también nos hacen pensar de nuevo en “aquellos a los que la violencia ha paralizado, borrado o reducido; aquellos que sufren una violencia sobre sus vidas como si ya estuvieran muertos, aquellos que han vivido en vida sin expresión, sin una voz y sin un rostro y que históricamente y filosóficamente se han convertido del mismo modo que los muertos, en lo inexpresivo”. Estas fotografías nos piden que contemplemos vidas destrozadas, sujetos devastados que para Sheikh han permanecido inadvertidos e incuantificables. A la vez, éstas imágenes nos reclaman que pensemos la relación que tenemos con aquello que los condujo a la muerte, nos piden que los pongamos a salvo no sólo de la violencia histórica que produjo sus muertes sino sobre todo también de la historia que busca borrarlos y sustraerlos de ella. A partir del trabajo de Sheikh y de las tesis de Benjamín, Cadava nos propone articular una manera de leer históricamente las imágenes, y con ello repensar la historia reciente tratando de recordar las enseñanzas de Benjamín, es decir, reconocer la necesidad de capturar el sentido de ciertos recuerdos en el instante que relampaguean en un momento de peligro.

Aparecido en el periódico Metate de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM

4.1.08

04 enero (revisitado)

La partida está siempre cerca; sólo que ahora es más evidente. El frío de los días entume lo que se sabe por cierto: que aún con la novedad de lo que viene, no resultará, nada de lo que pase, demasiado desconocido. Lo que sucede es como uno de esos juguetes de colores que difícilmente se acomodan, pero que igual acomodan, mal, mejor, pero que encuentran a su vez una continuidad, igualmente vacía de armonía. Esto, por supuesto contiene a la vez, el bagaje de muchas otras oportunidades de acomodar el juego, hasta ahora siempre frustradas, abigarradas, para bien o para mal. Desde hace tiempo no nos acompaña ese candor, la ingenuidad que se pierde con los años, sólo espero cosas menos peores, mejor acomodadas desde lo pequeño, desde lo predecible, pero aún así el color y la luz suelen alumbrar los pasos, las decisiones y los inobjetables tropiezos para seguir lo que vendrá.