Chile Actual, ¿modelo de qué?
Chile Actual, proviene de la fertilidad de un “ménage a trois”, es la materialización de una cópula incesante entre militares, intelectuales neoliberales y empresarios nacionales o trasnacionales. Coito de diecisiete años que produjo una sociedad donde lo social es construido como natural y donde (hasta ahora) sólo hay paulatinos ajustes. Tomás Moulian, Chile Actual. Anatomía de un mito
I
Las líneas anteriores provienen de una de los intentos más lúcidos y a la vez honestos por comprender el proceso chileno pos dictatorial. El libro de Tomás Moulian, publicado en 1997 trataba de dar cuenta del recorrido de la sociedad chilena, desde la Unidad Popular, pasando por la dictadura pinochetista, el triunfo del “NO” en el plebiscito revocatorio al mandato de Pinochet, hasta llegar al triunfo de la Concertación de Partidos por la Democracia con los gobiernos de Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz Tagle. Moulian, militante del PC chileno, trató de develar la manera como el modelo posterior al régimen de Pinochet se basó en la superposición de las variables macroeconómicas y de una “exitosa” transición a la democracia por encima de una sociedad compulsiva de olvido y en una frenética marcha hacia el futuro.
Es desde esa matriz inalterada, de acuerdos entre militares, “pensadores” neoliberales y empresarios de donde debemos partir en el análisis. El otro elemento que podemos agregar es el de la participación, cada vez más activa y consciente en dicho modelo, de algunos sectores de lo que se ha dado en llamar la Concertación de Partidos por la Democracia.1 Esta alianza de partidos agrupa al Partido Socialista, la Democracia Cristiana, al Partido por la Democracia, Partido Radical Social Demócrata, entre otros. A los gobiernos iniciales de Patricio Aylwin y Eduardo Frei Montalva, ambos de la Democracia Cristiana, siguió el de Ricardo Lagos del Partido Socialista. Durante esos tres gobiernos fue perceptible que las prioridades gubernamentales de la transición a la democracia se fueron alterando. De la tríada inicial basada en la consolidación del régimen democrático, el crecimiento económico con equidad, y el juicio de los crímenes de la dictadura; se pasó a la priorización de la durabilidad del régimen.2
Es así que, en términos cronológicos, la Concertación ha logrado superar, con el triunfo de Michelle Bachelet, los 17 años de dictadura pinochetista. En ese lapso los gobiernos de la Concertación no han hecho sino administrar el modelo económico heredado por la dictadura y explotar alegremente el “milagro chileno” para atraer inversiones y en términos diplomáticos, obtener la presidencia de la OEA. De ese modo Chile marca distancia respecto al carácter “tropical” de otros países de la región, retomando su vieja consigna de ser los ingleses de Latinoamérica. Sin tantos escándalos de corrupción3, estallidos sociales4 e inestabilidad económica, la meta del gobierno chileno sería equipararse en cosa de algunos años con España y Portugal.5
El capital político de la Concertación es el de establecer que los partidos opositores de derecha, Renovación Nacional y Unión Democrática Independiente , guardan relación con la dictadura y en particular con Pinochet; a la vez que en los hechos se tiende a difuminar la relación entre la Concertación, y en particular del Partido Socialista, con la herencia histórica e ideológica del gobierno de la Unidad Popular.6 Es decir que utilizan un discurso político aparentemente neutro que les permite aparecer como enemigos de la derecha y en particular del pasado de la dictadura , y por el otro marcar distancia de un pasado (la Unidad Popular) aun no resuelto y que aparece en el imaginario como un periodo de caos.
Por su parte, los candidatos de la derecha tienen bien claro que en lo sucesivo, y en especial después de la muerte de Pinochet, dicho discurso de la Concertación tenderá a perder sentido. De hecho, ya comienzan a expresarse en términos de una necesaria alternancia política que finalice con lo que serán al concluir el periodo de Bachelet, más de veinte años de gobiernos concertacionistas. De ese modo, Chile se encuentra en la antesala de una democracia bipartidista carente de propuestas ideológicas diferenciadas. Con ello se promoverá que la discusión entre los partidos se centre, ahora sí, a partir de la mayor o menor eficacia en la administración del gobierno
El gobierno actual
Este programa procura responder a la demanda ciudadana de entrar a una nueva fase en nuestro desarrollo. Luego de quince años de un exitoso proceso de consolidación de una democracia sin apellidos, de un crecimiento económico que duplica en su tasa anual al del gobierno de Pinochet y de una reducción notable de la pobreza, se hace necesario pasar a una nueva etapa. Michelle Bachelet. 7
II
La figura de Michelle Bachelet apareció en la escena política llevando consigo una fuerte carga simbólica. Su padre, Alberto Bachelet había sido uno de los militares leales a Salvador Allende y por ello fue llevado preso a la isla Dawson. Allí, cerca del Polo Sur fue vejado y conducido a la muerte por sus antiguos subalternos. Al igual que su padre, Bachelet fue detenida y torturada, para ser finalmente exiliada a la República Democrática Alemana. Aparte de eso, su campaña consistió en dar una imagen de cercanía con la mujer chilena “de a pie”. Finalmente, la posibilidad de ser la primera presidenta de Chile sugería cierta noción de progreso, si consideramos el carácter particularmente conservador de la sociedad chilena.8
Ya como presidenta, Bachelet ha mantenido la distancia habitual de la Concertación respecto al proceso sudamericano. Salvo un breve acercamiento con Evo Morales por los conflictos territoriales con Bolivia, ha quedado de manifiesto que Bachelet se siente más cómoda interactuando con Bush, Calderón o Angela Merkel. Es por ello que se ha generado la idea de que Chile representa una especie de alternativa a los gobiernos encabezados por Evo Morales, Hugo Chávez, Tabaré Vázquez, etc. Y es por eso que en México es recurrente escuchar que los más “ilustres” analistas invoquen el ejemplo chileno. El argumento es que la izquierda chilena es progresista, moderna y eficiente, a diferencia de otras expresiones latinoamericanas que son vistas como depositarias de prácticas y discursos obsoletos. En la lógica de estos intelectuales se trataría pues, de situarse del lado del espectro en donde se asimila al libre mercado como condición sine qua non de la democracia y en donde las reformas estructurales, solicitadas por los organismos internacionales, son aceptadas sin objeciones.
III
“Tengo el alma, Señor, adolorida
por unas penas que no tienen nombre
y no me culpes ,no, porque te pida
otra patria, otro siglo, y otros hombres”
Alberto Bachelet, Isla Dawson 1974
Tuve la posibilidad de estar en Chile, justo en los días de la elección presidencial. Me sorprendió estar en el Estadio Nacional donde junto a miles de chilenos Víctor Jara fue torturado y finalmente asesinado. En ese mismo lugar, periódicamente se llevan a cabo votaciones. Esta es la imagen que recupero de la democracia chilena, se sitúa encima de los crímenes de la dictadura y tiene como piso la impunidad y el olvido. Es cierto, el carácter pactado de la “transición a la democracia en Chile supuso una serie de amarres que impedían castigar los crímenes de la dictadura y realizar modificaciones importantes a la Constitución, redactada por los militares en 1980. Pero los amarres constitucionales se han ido aflojando, y el cuerpo maniatado y amordazado del Chile actual emerge aplastado, desfigurado, partido. Debajo de los amarres flojos, aparecen otros nuevos amarres, mucho más sofisticados, son las mordazas livianas del neoliberalismo inoculado a generaciones enteras de chilenos y chilenas.
Es en ese sentido que Chile me pareció en efecto como una imagen de futuro para México. Un futuro donde la participación política se reduce al ámbito de lo electoral y lo electoral no pasa de ser una mera simulación de contienda entre los partidos que aparte de disputarse el poder no tienen demasiadas diferencias programáticas. Y en donde los movimientos sociales se desplazan en los márgenes de la ilegalidad impuesta por los aparatos jurídicos. De ese modo, la Concertación de Partidos por la Democracia y sus seguidores que deambulan en la geometría del poder parecen readaptar aquel último discurso de Allende a los tiempos que corren. Así, más temprano que tarde se abrirán los grandes malls por donde los desafectos consumidores se instalan como espectadores de una realidad donde han dejado de ser los constructores de su historia.
Mayo 2007
Referencias
Moulian Tomás, Chile Actual-Anatomía de un mito, LOM, Santiago, 2002
Hopenhayn Martin, Ni apocalípticos ni integrados, FCE, Santiago 1995
Witker Alejandro, Chile: Sociedad y política, UNAM, 1978
Salazar Gabriel, Historia Contemporánea de Chile, Tomo I “Estado, legitimidad, ciudadanía”, Santiago 1999.
www.lanacion.com.cl
Publicado en la revista Independiente "Palabras Pendientes"
1 comentario:
J'ai appris des choses interessantes grace a vous, et vous m'avez aide a resoudre un probleme, merci.
- Daniel
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